viernes, 2 de diciembre de 2011

Los inundados




Durante el asedio del agua a la ciudad los jovenes estudiantes de Ingeniería son reclutados para tareas diversas, como verificar las defensas. Kilómetros de murallas de bolsas de arena tendidas para contener la crecida. El cuento circula pronto: los costeros, los pescadores, esos individuos de extramuros, actúan con todo desprecio hacia ese cordón que más bien los excluye. Dícese que atracan el bote sobre el bordo, se ponen a limpiar pescado y clavan burlones el cuchillo en la saca. Por ahí se desgranará el material, caerá el ladrillo, se derrumbará la cerca y las aguas invadirán la ciudad. El cuento holandés del niño que tapó el agujero del dique y salvó a su gente poniendo el dedo pero al revés : en una sociedad dividida, los que suelen quedar afuera gustoso inician el agujero.
Año tras año el Municipio prohíbe la edificación en el valle de inundación, entre la Defensa y el Río. Igual se levantan caseríos miserables pero no es tozudes sino secuela inevitable: los que no entran dentro del Mercado se desarrollan en sus orillas: juntan basura - mercadería sin valor - o viven en terrenos fuera del Catastro y del protección civil, tierras de costo cero. No importa la traza, ellos siempre estarán al otro lado del Muro.

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