Ante la primer señal de debilitamiento en las ventas, los tipos no disminuyen el tren sino que piden más plazo a sus proveedores. Una semana más, dos, tres. Otro més. Los proveedores - que son los mismos tipos pidiéndole plazos a otros tipos - lo conceden para no perder clientela ni volúmen de venta. Si todos se aumentaran los plazos de crédito estaría bien pero hay cosas que no se puede: los sueldos y aguinaldos, el combustible, los impuestos. El tipo va al Banco a vender los cheques y se lo hacen endosar y se lo compran - con ciertos límites. Para el Banco es doble garantía: del emisor del cheque, quizás ignoto, y de su cliente que ya conoce. Cobran la tasa de adelantos en cuenta corriente, misma que cobran para cubrir un cheque sin fondo. La plata de Banco se van en ésto y se corta, por lo tanto, los fondos para créditos más baratos y de más largo aliento.
Ademas vale la pena salir a buscar depósitos para prestar a tasa de descubierto y las tasas pasivas suben. La plaza se seca un poco más y la retracción comercial aumenta otro poco.
El último envión se gasta así en hacer rodar la rueda un poco más, a la velocidad acostumbrada, pero se frena igual. En la siguiente vuelta de cosas viene el pesimismo, los recortes de gastos, el ejercicio de la prudencia. Cambia el humor.
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