Sólo el Colapso de la Estructura permite la evolución! O la Evolución a los grandes saltos o la reconexión de los elementos, es casi lo mismo. Algo así como demoler la casa que ya no soporta más arreglos y hacerla de nuevo. Los ciclos de los barrios urbanos son prueba de ello: Pasan de ricos a pobres según envejecen, se transforman en lugares insanos y al final, décadas después, son vendidos como terrenos, llega la piqueta y resurgen. O son reciclados como algo totalmente nuevo, al estilo Puerto Madero.
La Cultura también agota su temática, o su forma de encarar los temas de siempre - , se deprava, se deprime y es rescatada solamente por una nueva Era que cuestiona todo lo anterior y lo vuelve a escribir, a pintar, a cincelar y a cantar.
Después del Ulises de Joyce, qué escribir. Y después de Nietzche qué le queda por hacer a la filosofía. Después de Martín Fierro qué le queda al género gauchesco. Y todo así. Hay que quemar los libros ya lo expresó Borges (a éste poema no lo rescribimos nunca: lo insertamos en un post cada vez que resurge la Sociedad Carnotista)
Desde el primer Adán que vio la noche
y el día y la figura de su mano,
fabularon los hombres y fijaron
en piedra o en metal o en pergamino
cuanto ciñe la tierra o plasma el sueño.
Aquí está su labor: la Biblioteca.
Dicen que los volúmenes que abarca
dejan atrás la cifra de los astros
o de la arena del desierto. El hombre
que quisiera agotarla perdería
la razón y los ojos temerarios.
Aquí la gran memoria de los siglos
que fueron, las espadas y los héroes,
los lacónicos símbolos del álgebra,
el saber que sondea los planetas
que rigen el destino, las virtudes
De hierbas y marfiles talismánicos,
el verso en que perdura la caricia,
la ciencia que descifra el solitario
laberinto de Dios, la teología,
la alquimia que en el barro busca el oro
y las figuraciones del idólatra.
Declaran los infieles que si ardiera,
ardería la historia. Se equivocan.
Las vigilias humanas engendraron
los infinitos libros. Si de todos
no quedara uno solo, volverían
a engendrar cada hoja y cada línea,
cada trabajo y cada amor de Hércules,
cada lección de cada manuscrito.
en el siglo primero de la Hégira,
yo, aquel Omar que sojuzgó a los persas
y que impone el Islam sobre la tierra,
ordeno a mis soldados que destruyan
por el fuego la larga Biblioteca,
que no perecerá. Loados sean
Dios que no duerme y Muhammad, Su Apóstol.
Si pero ahora a diferencia de Alejandría hay muchos libroes que se escriben solos
ResponderEliminarQué suerte vivir después de la obra de Borges. A mí se me hace cuento que nació y no es eterno.
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