Pensar no es energéticamente gratis, para nada: genera calor la manipulación de la información y el calor luego debe disiparse. Entropía!. Inevitable precio de la Inteligencia. El chip que esta en la PC, por ejemplo, si superase los 65 grados de temperatura empezaría a volverse perezoso primero y a plantarse lisa y llanamente después: lo hará para preservarse primero y por simple daño a los circuítos luego.
El cerebro humano, aunque consigue funcionar a más baja temperatura, debe resolver el mismo problema disipativo. Los cabezones serían más inteligentes, pues, no por lo que tienen adentro sino porque ofrecen más superficie para perder calor.
De hecho una teoría antropológica sostiene que el Homo evolucionó el tamaño de su cerebro gracias a la última Edad de Hielo: en un clima más frío, la sesera pudo crecer y pensar más porque el ambiente externo estaba más fresco.
Tener la cabeza fría y no ser un calentón, entonces, no viene a ser metáforas sueltas sino un profundo reconocimiento del papel de la temperatura en el pensamiento.
Y si quieren que la sociedad progrese, entonces, pongan aire acondicionado en las escuelas.
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