jueves, 16 de julio de 2015

La coronela no tiene quien le escriba

En combate retórico de siglos, la estatua de Colón cae y la de Juana Azurduy se alza. Dos presidentes que dicen venerar a la heroína de la Independencia, Fernández de Kirchner y Morales, aplauden.
Juana Azurduy fue, como casi todos los próceres independentistas, hija de un rico del Alto Perú que eligió, junto con su también bien nacido esposo Padilla, la causa independentista. Católica, probablemente en su vida se le hubiera ocurrido repugnar de Colón y su descubrimiento tres siglos previos al suyo.
La figura de Azurduy no tiene nada de real confrontación con la figura de Colón, esa es la primer simple realidad.
Tampoco es creíble que para honrar a la heroína no quedase más remedio que remover la figura del Almirante, que no hubiese ningún otro sitio ni forma de levantar un justo homenaje.
La confrontación es impostada, por supuesto, y los que pretender honrar a Azurduy en rigor la denigran al poner el traslado de Colón como parte central del supuesto homenaje.
Pero es obvio también que Cristóbal Colon les importa un rábano.
Todo el asunto remite a la cháchara política del neo-populismo sudaca actual.  En su honor los muertos de siglos se levantan por ideas que no existían en su tiempo ni fueron suyas y combaten aunque jamás hayan cohabitado un día de la Historia real del Mundo.
Azurduy hubiese salvado de la pobreza si el grado y la pensión que le otorgó Bolivar - otro aristócrata liberal bien clasista al que los replanteos postmorten  volvieron cheguevarista, mas o menos - les hubiesen sido pagados, pero en su vejez los gobiernos bolivianos le incautaron los bienes y le dejaron de pagar. Murió, fue a parar a una fosa común y alguien sacó mucho después unos huesos de ahí y fingió que  la habían encontrado. Ahora, ya inmortal, cabalgó hasta Buenos Aires por la causa kirchnerista - y seguro que ni un pancho ni coca le dieron - para derribar del pedestal a Cristóbal, otro tipo que se la pasó litigando con la monarquía para que le devolvieran el continente que había descubierto.