jueves, 15 de septiembre de 2011

Nuestro Señor de los Milagros de Mailín

Expulsado pues los Jesuítas de estas tierras americanas entregan, subrepticiamente, alguno ídolos de madera a sus seguidores. Otros los abandonan por allí. Otros son tomados de los Templos por los mismos encargados de barrer y limpiar. Después aparecen, aquí y allá, pero en versiones mágicas: una Virgen en el hueco de un árbol o flotando en un camalotal en un río, un Cristo en una roca partida en la montaña. La Presencia milagrosa es reverenciada de inmediato, se levanta una capilla, se procesiona. Fuera ya del rigor teológico jesuíta los naturales se apoderan de esos amados símbolos y le otorgan un mucho más pagano destino con añoranza de dioses viejos. Alguno que otro emprendedor organiza el Milagro cerca de su rancho para asegurse la Franquicia Divina. Todos los artefactos llevan la impronta de los artistas del Cuzco no obstante lo cual nadie duda de su Extra-Terrenidad. Llegarán unos curas luego para reorganizar el Rebaño pero se cuidarán mucho de contradecir al vulgo. Antes bien se sumarán al espectáculo.

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