martes, 25 de diciembre de 2012

el morisco desaparece





Por otra parte,  nada en la genética gaucha revela al morisco. Es posible que esto no signifique nada y que el "morisco" y andaluz en España ya fueran, más que nada, europeos y no semíticos o africanos. En cambio sí prevalece en ellos la impronta cultural mora.
Sólo tres corrientes genéticas tienen peso en la Argentina: la amerindia, la europea y la africana - pero ésta última se debe a los esclavos negros, se sabe bien, que no a ningún morisco.
El 78 % del caldo genético argento es europeo. Un veintitantos es amerindio y un breve resto es africano. Todo lo demás (asiáticos, polineiso, etc..)  son trazas sin peso o no existen.
PERO desgravado por sexos es muy distinto. El cromosoma Y es heredado de padre a hijos y da noticias del padre ancestral.
El ADN mitocondrial es heredado de madres a hijas y da noticias de la ancestral madre.
Un 95 % de los padres ancestrales son europeos. Un 4 % de amerinidios, un  1 % de negros.
Más en el caso femenino, un 56 % de las madres arrastran ADN  amerindio, un 42 % son europeas y el resto africanas.
Ergo, pues la unión del predominante padre europeo con la predominante madre india es la generalidad y responde a la Conquista.
 En segundo término van los europeos de ambos lados, y que se corresponden a las uniones surgidas tras la gran inmigración de fines del XIX.
El gaucho, pues, aunque sea un europeo de sangre y un hawsh mudéjar cultural y todo eso se acollara con la china  o con la guaina local y funda su heredad mestiza.
Es el mecanismo clásico por el cual el invasor dominante se queda o toma o es elegido - de todo un poco - con las mujeres del vencido. Hay un gradiente cultural que va del ocupante al ocupado - la cultura o información viaja del invasor al invadido opuesto al gradiente genético que le aporta gente que quiere sumarse a la cultura dominante y va del invadido al invasor. El mecanismo mestizador por excelencia, donde la culura difunde en un sentido y la sangre se va mezclando en el sentido opuesto, hasta alcanzar la homogeneidad.
Acá, claro, ocurre en el caso de una invasión real por un puñado de individuos que necesitan del concurso genético de los vencidos para propagarse realmente.
Lo opuesto es la migración, donde las culturas más débiles marchan hacia los centros civilizados para incorporarse. Aquí hay un gradiente cultural muy fuerte, sí, hacia los recién llegados pero un resistido gradiente genético. Los dueños de casa, que además son más exitosos que los recién llegados, no necesitan más vientres para propagarse y aceptan menos a esas mujeres.  Tampoco a esos hombres. Se crea pues una subcultura segregada - cumbiera, evangelista - con los elementos de las viejas culturas que se intenta abandonar y sustituyendo a la nueva cultura que no franquea la entrada.  Mas bien parafraseando o imitando a la cultura dominante.

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