domingo, 1 de abril de 2012

Agua y Oro


El gobierno es extraño. Todo lo que el país quiere o necesita debe ser barato, de ser posible regalado, para lo cual se oprime a los productores de ello. Con lo cual se consigue que produzcan menos de ello. El petróleo o el gas y la pelea con YPF. El trigo por el sagrado pan, cuya exportación se cuotifica de tal forma que los exportadores se llevan la parte del león y produce la migración del agricultor hacia la cebada, la arveja, el garbanzo y otros experimentos varios - que de ordinario eran menos óptimos que el trigo. La carne, que exportamos menos que Uruguay hace ya años, ahora bate el record de ser superada por la leche en polvo en embarques al exterior. Y sigue.
Por el contrario lo que no necesitamos esta muy bien que se extraiga si trae divisas y paga regalías - y si conlleva negocios para las burguesías provinciales que también ejercen la política, aún mejor!
Es el caso del oro y el cobre y otros minerales. Por esas companías hasta se vetan leyes de protección ambiental. Las poblaciones locales, en cambio, se oponen tenamente: no han visto un gran derrame en sus regiones y sí ven un gran riesgo en el recurso clave en el desierto: el agua. Y las megamineras a cielo abierto consumen el agua a patadas.
Las capitales nacional y provinciales reciben el derrame impositivo y cambiario de estos emprendimientos pero no el poblador local que debe esperar, a lo sumo, el retorno por el clásico sistema punteril y electoral de revoleo de favores.
No, no, la clave es el agua. Lo que las meganimeras deben dejar es un sistema hídrico mejor que el que estaba antes. Y más seguro. Permitir remplazar los canales a cielo abierto y el riego por surcos por los acueductos cerrados y el riego presurizado por gravedad. Hacer las tomas bien altas - el lo posible más altas que las minas y sus diques de cola y sus desechos y llevarlas a caño cerrado hacia abajo, donde llegarán presurizadas y podrán se distribuídas con formas de riego eficientes (aspersión, goteo).
La plata de las emrpresas debe ir direcco ahí, las regalías, el impuesto a las ganancias. A un fondo de desarrollo regional que permita hacer lo que hizo el PROSAP en la Quebrada de Lules.

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