En esta instancia, el tipo adicto al tabaco llega a la esquina y espera al colectivo urbano (micro, bus, para la audiencia internacional de este blog). El tipo siente el impulso de fumar, el tipo sabe que el colectivo puede aparecer pero tarda mucho, al fin enciende y zas! el colectivo aparece y debe arrojar su cigarrillo sin terminar.
Y el tipo está convencido que la ocurrencia de la venida del bus es mucho mayor cuando fuma que cuando no fuma.
DT = intervalo de espera por la llegada del colectivo y
dt = intervalo para fumar un cigarrillo
donde DT > 2 dt el intervalo de espera medio por el transporte es por lo menos mayor a dos veces el intervalo para un cigarrillo
Y sin embargo se da la paradoja de que el tipo estaba fumando cuando el colectivo al fin llegó.
Pero, por supuesto, todos intuye que el tipo llega a la parada del colectivo y enfrentado a la quietud de la espera y a la futura abstinencia del viaje las ganas de fumar se le despiertan. El tipo tiene en el subconciente un tiempo óptimo u optimista de la espera, lo deja pasar, la ansiedad crece y al fin enciende cuando ya ha consumido buena parte la espera y las probabilidades son a favor de que el colectivo aparezca durante la duración de la fumata.
El humo del tabaco no atrae a los colectivos pero es un indicador del tiempo transcurrido. Si Ud. va a tomar el colectivo y ve gente fumando nerviosamente es una buena señal: está por llegar.
El fumador puede optar por la siguiente estrategia: Llega, y si está sólo o nadie fuma, se pone a fumar enseguida. Así se calma y si el colectivo aparece antes de tirar tuvo el premio consuelo de una espera corta. Si hay alguien fumando no fuma - aquí se trata de evitar el comportamiento en manada, donde todos prenden porque el otro prende - y de esa forma sólo tiene que soportar durante la fumata ajena (durante la cual si la maldición se cumple llegará el colectivo)
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