viernes, 26 de octubre de 2012

Psicoanálisis y pornstars

La Revolución de Froi (Freud)  consistió, básicamente, en reconocer una pulsión sexual en los actos del Hombre. De ser una cuestión reservada a 5 minutos por semana, mas o menos, y para cumplir con el bíbilico mandato del creced y multiplicaos, pasa a ser el Motor de los Actos Humanos. El tipo, lo que quiere, es fornicar o el fornique lo obsesiona. La mina lo que tiene es "envidia del pene". El pene está en todas partes, desde baguettes pan, cigarros cubanos y zepelines. Los tiranos acumulan misiles y cohetes para superar su complejo de pene pequeño y así ponen al mundo al borde de las guerras (un tratado de Mecánica de Fluídos explicaría porqué el aparato masculino para copular tiene semejanzas con los proyectiles balísticos, pero eso sería derivarnos demasiado).
Alguna que otra sospecha hubo, como cuando Margaret Maud se fue a Samoa a vivir con los polinesios, que eran mucho más liberales que los victorianos occidentales de entonces y sin embargo concluye en alguna parte de su libro que la gente adecua su sexualidad a la aceptación del entorno. Pero pasó desapercibida.
Ahora, al fin, píldora después y Cicciolina mediante, habiéndose consagrado la liberalidad en todas sus formas, ganándo las pornstar bancas en el Congreso y casándose los Presidentes de Francia con minas que declaran su predilección por la poligamia, sex drugs and rock and roll, Woodstock y El Bolsón, ahora al fin resulta que el tipo se acovacha, vacila, se distancia.  No sabe qué hacer con tanta libertad. El tipo se charla a la mina por Internet y en una de esas no se ven nunca. O se ven pero la elemental sexualidad en un cuarto de hotel no condice con la epistolar pasión y el apasionado cybersexo. La Industria se llena los bolsillos vendiéndole al tipo y a la mina un montón de apéndices, adminículos, estáticos o vibratorios o lubricantes u oloríferos o astringentes o reductores o expansores, con más un montón de imágenes  y susurros enlatados, y todo eso cuando se suponía que cuando llegara la Liberación el tipo saldría corriendo de la mano de la vecina de al lado para hacer el amor en las plazas sin importales si estaban gordos, flojos o eran lindos o feos.
Y no , resulta  que el tipo va a hacer el amor en las plazas si le garantizan que eso es piola y está de moda, que si no le da verguenza. El tipo espera a ver que lo dan en televisión antes de hacerlo. A la mina no le importa tanto que le saquen una foto clandestina entrando con el amante al Motel como que se la saquen despeinada y sin maquillaje.  Tanto hablar de la Libertad cuando resulta que todos querían graduar y adecuar su personal libertad a la aceptación del Otro.  Como había dicho Margaret.
Vendrá un nuevo Froi, y estará vestido de pies a cabeza.

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